El punto de cruz es una de las formas de bordado más antiguas que se pueden encontrar por todo el mundo. Muchos museos de arte popular poseen muestras de tejidos ornamentados con este punto, especialmente de la Europa Continental y Asia.Un poco de historia del punto de cruz a partir de éstos humildes orígenes, ésta actividad artesanal fue evolucionando para convertirse en una técnica decorativa y ornamental. Y así nos han llegado fragmentos antíguos de ropa hallados en yacimientos arqueológicos de Egipto (500 a.de C.) o del Asia Central (850 a. de C.) donde aún hoy se utiliza en los trajes tradicionales de aquellas regiones.
Este arte o entretenimiento llega a América junto a otras tradiciones del viejo continente y los motivos decorativos europeos adquieren nuevas inspiraciones y vitalidad del folklore del Nuevo Mundo, y era clase obligatoria para la verdadera educación de una dama.
El punto de cruz en el siglo X y XII le sirvió a las mujeres para copiar los motivos de las alfombras traídas de Oriente, también eran utilizados para que las mujeres aprendieran las letras de los abecedarios.
Dibujar las propias iniciales con aguja e hilo fue seguramente para muchas mujeres la primera forma de escritura, y los famosos "trabajos de prueba" (samplers, marquoirs o ensayos), sobre los cuales se bordaban diversas variantes de letras y números, se convirtieron en instrumentos de alfabetización, esto es, en verdaderos ejercicios de lectura y escritura.
En este siglo seguramente el de mayor éxito para el punto de cruz. Los grandes progresos de la imprenta permitieron satisfacer la demanda creciente de esquemas y modelos: parece ser que en 1.840 se publicaron más de catorce mil. También los avances de la química y de la industria textil hicieron cada vez más agradable el trabajo de las bordadoras: se disponía de hilos de muchos colores y a los tejidos tradicionales se añadieron el algodón y el organdí.
En este siglo seguramente el de mayor éxito para el punto de cruz. Los grandes progresos de la imprenta permitieron satisfacer la demanda creciente de esquemas y modelos: parece ser que en 1.840 se publicaron más de catorce mil. También los avances de la química y de la industria textil hicieron cada vez más agradable el trabajo de las bordadoras: se disponía de hilos de muchos colores y a los tejidos tradicionales se añadieron el algodón y el organdí.
No sólo se bordaba en los conventos, sino que también se hacía en los salones; el punto de cruz pasó de ser una asignatura obligatoria en las escuelas a un pasatiempo de moda e incluso fue un signo de distinción típicamente femenino. La mujer afirmaba su papel de "ángel del hogar" decorando cada ángulo de su casa.
En los primeros decenios de nuestro siglo llegó el declive del punto de cruz. Sólo se aprendía y se practicaba en las escuelas y los escolares lo olvidaban pronto, en algunos casos para pasar a técnicas de bordado más complejas y refinadas, y en otros para odiar de forma definitiva la aguja y el hilo. A pesar de que la práctica del bordado ha ido desapareciendo día a día, en los años ochenta y de forma inesperada recobró vida. El gusto y la pasión por la técnica del punto de cruz volvieron a la vieja Europa desde Estados Unidos, donde los descendientes de los pioneros habían sabido restituir frescura e inventiva a la tradición de sus antepasados.
Quizás empujadas por la nostalgia de épocas menos frenéticas que la nuestra e ignorando el prejuicio que suponían los "trabajos femeninos" como actividades repetitivas que precisan tiempo robado a la inteligencia, también las mujeres de nuestro tiempo han descubierto el placer de la creatividad, el deseo de dejar una señal única y personal a través de la aguja y el hilo. El punto de cruz ha pasado a ser un distractor energético de nuestros días, el cual nos brinda una inmensa tranquilidad, llenándonos de paz y armonía esos días difíciles de nuestras vidas.
El punto de cruz es una forma popular debordado en la que se usan puntadas que quedan en forma de equis. Emplea también otras puntadas, entre ellas las de ¼, ½, ¾ y de punto atrás. El punto de cruz se realiza usualmente sobre tejidos de trama uniforme y distinguible, y con menos frecuencia en tejidos de trama no uniforme, colocándoles encima un tejido de trama uniforme (cañamazo) que se retira hilo por hilo al finalizar el bordado.
Hoy en día podemos disfrutar del hacer diseños más personalizados, de actualidad, y del gusto de cada persona que los elabora, ya que hay una gran variedad de diseños.